Y son veinticuatro añitos los que cumplimos. Como manda la tradición apagamos las velas y nos comimos una deliciosa tarta. Vinieron recuerdos de aquel veinte de noviembre de 1987 (¡del siglo pasado!), cuando, a punto de inaugurar y esperando al presidente de la Diputación (Alfonso Perales), la vaca no llegaba. Una granja sin vaca es como una partida de tenis sin pelota. El tiempo corría deprisa y ya estábamos dispuestos a inaugurar sin vaca. Como dice Pepe Maestro en su libro dedicado a esa vaca, era como inaugurar una biblioteca sin libros. Nos esperaba un triste evento y ya estábamos resignados a ello cuando, media hora antes del festejo, la vaca hizo su aparición y pudimos comenzar nuestra andadura con todos los avios.
A la vaca le pusimos Alfonsina en honor a Alfonso Perales, que tanto se había implicado en que nuestro proyecto se hiciera realidad. Poco antes de que la granja cumpliera veinte años, teníamos preparada una invitación para que se sumara a nuestra celebración. Desgraciadamente esa invitación nunca se cursó. Alfonso Perales nos dejó y un reguero de afectos de todos los colores políticos inundó los medios de comunicacion.
